jueves, 11 de octubre de 2012

MO YAN PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2012




El escritor chino MO YAN ha sido galardonado con el PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2012. El jurado ha destacado que el autor chino «combina los cuentos populares, la historia y la contemporaneidad con un realismo alucinante». Al recibir la noticia vía telefónica en su domicilio, Mo Yan se ha mostrado «lleno de alegría y asustado», según ha confirmado la Academia Sueca , que recomienda su obra "Las baladas del ajo" (Kailas, 2008).
Gracias a su novela "Sorgo rojo", llevada al cine en 1987 por el prestigioso director Zhang Yimou, el recién nombrado Premio Nobel de Literatura, Mo Yan, es uno de los escritores más famosos de China., gracias a lo cual a llegado a ser uno de los autores más pirateados del mundo y estar permanentemente en el ojo de huracán, ya sea por su compromiso político o por la falta del mismo.
Aunque sus libros destacan por su aguda crítica social, Mo Yan ha conseguido sobrevivir en el difícil mundo de la Literatura china. Para ello, quizás haya tenido que morderse la lengua en más de una ocasión, empezando por su propio nombre literario, Mo Yan, que en mandarín significa algo así como “abstente de hacer comentarios”. Guan Moye, como realmente se llama, confesó durante un discurso en la Universidad Abierta de Hong Kong que escogió dicho nombre para recordarse a sí mismo que era mejor no hablar demasiado en un país como China, donde las opiniones sinceras no son siempre bienvenidas.
Nacido en 1955 en la provincia oriental de Shandong, en el seno de una familia de campesinos, Mo Yan pertenece a esa “generación pérdida” de chinos que tuvo que dejar los estudios para trabajar en una fábrica durante la “Revolución Cultural” (1966-76) de Mao Zedong. Con 20 años, ingresó en el Ejército Popular de Liberación, donde empezó a escribir sus primeros relatos a principios de los 80 ante la mirada inquisitiva de sus superiores.
Tras ser nombrado profesor de Literatura en la Academia Cultural del Ejército, Mo Yan alcanzó renombre mundial gracias a la adaptación cinematográfica de su novela “Sorgo rojo”, que supuso el debut del director Zhang Yimou y de la actriz Gong Li y ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín en 1988. Ambientada, como muchas de sus obras, en los pueblos de su provincia natal que le vieron crecer y pasar hambre, “Sorgo rojo” retrata la azarosa vida de una joven que es vendida al dueño leproso de una destilería durante los violentos años de la ocupación japonesa (1931-45).
Influido por la ironía social de Lu Xun, el padre de la Literatura china contemporánea, el realismo mágico de Gabriel García Márquez, y autores occidentales como William Faulkner, Mo Yan ha cultivado un fino sentido del humor, bastante negro a veces, en títulos como “La vida y la muerte me están desgastando” y “Grandes pechos, amplias caderas”, ambos publicados en español por Kailas. En el primero repasa la turbulenta historia de China durante la segunda mitad del siglo XX gracias a una metafórica reencarnación budista que convierte a un terrateniente ejecutado por sus “pecados burgueses” en un burro, un buey, un cerdo, un perro, un mono y, finalmente, de nuevo en un niño. En el segundo, prohibido en China, su visión histórica se amplía desde los últimos tiempos de la dinastía Qing hasta el fin del maoísmo para homenajear a las sufridas mujeres de este país, ya que su protagonista, casada con un hombre impotente, tiene ocho hijas fuera de su matrimonio antes de alumbrar al ansiado varón.
Mientras en “Las baladas del ajo” (Kailas) vuelve a posar su mirada en la China rural durante el principio de las reformas económicas iniciadas por Deng Xiaoping en 1978, en “La república del vino” critica la corrupción de un régimen que aún se denomina comunista pero practica el capitalismo de Estado más salvaje mientras una sociedad anestesiada por la modernidad y el dinero se entrega a los placeres de la comida y el alcohol tras décadas de penurias. Con estas obras monumentales, el mundo entero, y sus propios compatriotas, han conocido un país tan fascinante, pero también brutal, como China. Y todo gracias a un escritor que, curiosamente, no quería hablar.

FUENTE: abc.es

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