En unos momentos de gran incertidumbre en los que todo parece naufragar y en los que tampoco la educación escapa ni a los recortes ni a los vaivenes legislativos que nos hacen sentirnos aún más perdidos y abandonados, reaparecemos de nuevo sin saber realmente a dónde nos dirigimos, pero teniendo muy claro que nada es realmente ya lo mismo. No habíamos alcanzado ciertamente todavía el paraíso ni tampoco ahora hemos descendido a los infiernos, sin embargo comienza un nuevo curso que es nuevo en muchos sentidos. En nuestro viaje reciente hemos perdido compañeros, aquellos que no se incorporarán ya junto a nosotros este septiembre, también hemos perdido recursos e incluso, en algunos casos, hemos perdido la ilusión. Sólo en una cosa no se han consumado los recortes, en el mayor número de horas que este curso debemos impartir en el centro y dedicar posteriormente, fuera de nuestro horario lectivo, a nuestro alumnado. Afortunadamente no todo ha cambiado. Al escribir estas líneas nuestro principal objetivo, lo que realmente nos mueve, sigue siendo nuestro alumnado y lo que la lectura bien entendida puede aportarles en su proceso de construcción personal.
Leyendo durante este verano e intentando encontrar una solución al extraño dilema que algunos me planteabais en relación con la lectura y la imposibilidad de obligar a nuestro alumnado a adquirir cualquier tipo de material más allá del que viene incluido en el plan de gratuidad de libros que sobrevive todavía en Andalucía, encontré este decálogo de Felipe Zayas en el que de manera breve y clara nos expone lo que debe ser la lectura en nuestro cometido y cómo debemos abordarla. Me he permitido reproducir aquí sus palabras pero os dejo el enlace a su blog, un blog rebosante de cordura en un mundo en el que generalmente suele reinar la confusión y que sin ninguna duda os animo a seguir. Estas palabras, en mi opinión, deben ser nuestro referente cada vez que entremos a clase. Si así lo hacemos, estaremos trabajando en la línea correcta, no sólo políticamente hablando, y, sobre todo, contribuiremos a que nuestros alumnos y alumnas alcancen las competencias establecidas, o sea estaremos contribuyendo a que sean capaces de desenvolverse en un mundo diferente que requiere habilidades diferentes.
Competencia lectora: un decálogo
1. Haz de la lectura y la escritura el principal medio para el aprendizaje.
2. Establece siempre los objetivos de la lectura de cualquier texto: por qué se va a leer el texto, para qué va a servir su lectura…
3. Diversifica los objetivos de la lectura:
· Para despertar interés por los nuevos conocimientos.
· Para introducir conocimientos nuevos.
· Para ampliar conocimientos ya realizados.
· Para debatir sobre lo que se va leer.
· Para tomar el texto como modelo.
· Etc.
4. Diversifica las clases de textos, de modo que se puedan desarrollar diferentes estrategias de lectura (leer es un verbo transitivo):
· Textos de divulgación, periodísticos, literarios.
· Textos continuos y discontinuos.
· Textos multimodales.
5. Acompaña a los alumnos en la lectura, de modo que puedas ayudarles:
· A identificar –con la ayuda de representaciones gráficas y otros medios- los marcadores de cohesión y los patrones organizativos, que muestran las relaciones entre las ideas, etc.
· A inferir los significados que el texto no contiene de forma explícita.
6. Ayuda a los alumnos a comprender y a usar el lenguaje específico de un campo de conocimiento determinado: no sólo la terminología, sino los patrones sintácticos en los que estos términos intervienen.
7. Redacta los cuestionarios según los objetivos que asignes a la lectura:
· Para planificar la lectura: objetivos, conocimientos previos, motivación…
· Para procesar la información: buscar, seleccionar, analizar, relacionar, comparar, clasificar, predecir…
· Para comprobar que se ha entendido el texto: esquematizar, sintetizar, valorar, aplicar…
8. Usa fuentes e información disponibles en Internet (bibliotecas virtuales, prensa digital, portales institucionales, etc.), de modo que puedas ayudar a tus alumnos a navegar de acuerdo con unos objetivos, a valorar la relevancia y la fiabilidad de la información.
9. Usa adecuadamente el libro de texto: no pretendas utilizarlo para desarrollar estrategias de lectura, pues está pensado más para la memorización que para la interpretación. Pero puede servir, en algunos casos, para estructurar conocimientos tras el manejo de otras fuentes.
10 Integra las actividades de lectura y de escritura. Leer para escribir proporciona motivos para la lectura; y escribir ayuda a reflexionar sobre los textos que se usan como fuente de información y como modelo de género discursivo.
FUENTE: FELIPE ZAYAS
Con estas perspectivas parece complicado volver, entusiasmarse de nuevo y renovar ese compromiso que más allá del que tenemos con la administración, a la que por otra parte nos debemos, es un compromiso con cada uno de vosotros, con la lectura, con nuestro trabajo y sobre todo con uno mismo.
Ciertamente esta entrada es la primera de este curso, pero nada importará si llega a ser también la última. Nuestras ideas seguirán vivas, independientemente de que estén o no publicadas, y de alguna manera las seguiremos compartiendo.
Seguid disfrutando con y de la lectura.