Un carcelero amargado
que se deja llevar por la desgracia familiar, un universitario sin empleo,
atrapado por la violencia retórica de los mulás, y dos mujeres a las que la
realidad condena a una desesperada frustración, forman un fondo cuadrangular
psicológico y literario desde el que Yasmina Khadra se adentra en el drama del
integrismo islámico. En el Afganistán de los talibanes, en el que ya no se oye
a las golondrinas sino sólo los graznidos de los cuervos y los aullidos de los
lobos entre las ruinas de un Kabul lleno de mendigos y mutilados, dos
parejas nadan entre el amor y el desamor; en parte marcado por la represión
social y religiosa, pero también por las miserias, mezquindades,
cobardías y desencantos vitales de unos y otros que les impide sobreponerse al
destino.
Pese al marco en el que
se desarrolla la trama, Las golondrinas de Kabul es una novela con clara
vocación universal, que rehuye los estereotipos en los que puede incurrir
incluso alguien que, como Yasmina Khadra, ha padecido en primera persona la
irracionalidad del integrismo islámico. Todas las cuestiones clave de la
opresión se dan cita en Las golondrinas de Kabul; desde la banalización del mal
hasta el poder aterrador del sacrificio, pasando por la histeria de las masas,
las humillaciones, las ejecuciones crueles en forma de lapidación, la sombra de
la muerte y, sobre todo, la soledad cuando sobreviene la tragedia. Pero siempre
dejando un fleco a la esperanza y al ingenio humano capaz de utilizar los
aditamentos de esa sociedad represiva para escapar de ella.
FUENTE: LECTURALIA.COM
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