París,
19 de noviembre de 1957
Querido
señor Germain:
Esperé
a que se apagara un poco el ruido de todos estos días antes de hablarle de todo
corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido.
Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin
usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su
enseñanza no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia
a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo
que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos,
su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos
en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser un
alumno agradecido. Un abrazo con todas mis fuerzas,
Albert
Camus
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