Una ardilla que solo dice tuit.
Legionarios romanos llamados Antivirus y un galo al que se conoce como
Redwifix. Palomas que sustituyen los tradicionales cauces de mensajería. Y un
espía que aunque no se llame Wikileaks ni Julian
Assange destapa uno de los secretos más resguardados del Imperio
del César. No estamos en el siglo XXI. Es el año 50 antes de Cristo, y una
aldea de irreductibles galos resiste todavía la invasión de las tropas
imperiales. Esto solo quiere decir una cosa: Astérix y Obélix han vuelto este
jueves a las librerías con El Papiro del César. El guionista
Jean Yves-Ferry y el dibujante Didier Conrad tienen delante un nuevo reto,
comenzar a mostrar su personalidad frente a la nostalgia de aquellos clásicos
de Goscinny y Uderzo.
“Su
primer volumen como autores,Astérix
y los Pictos, fue más conservador y lineal. En este álbum se
comienzan a liberar. Ya se empieza a ver a los autores”, ha explicado el
experto en cómics Álvaro Pons durante la presentación del número 36
en Madrid. El lanzamiento viene acompañado de una exposición de bocetos
originales en la Biblioteca Eugenio Trías, donde los visitantes podrán admirar cómo
Conrad hace evolucionar un universo que es ya mucho más que un simple cómic.
Todo comienza con un malvado editor,
Pronoplus, y un escriba rebelde, Doblepolémix, que destapa la larga historia
secreta de este irreductible pueblo galo, Un relato que el César quiso tapar. Astérix
se sumerge en un tema de pura actualidad, como hizo ya en algunos de sus más
aplaudidos álbumes: La residencia de los dioses (un alegato capitalista tras mayo del
68) u Obélix y Compañía, parodia directa a la situación política
de la Francia de 1976 y con Jacques
Chirac como uno de sus personajes.
Un Post-Scriptum sorprendente y rompedor pone el broche
de oro a 48 páginas de aventuras y cierra un ciclo que comenzó en 1979. Los
nuevos autores se atreven a narrar de manera circular el mismísimo origen de
Astérix y Obélix. Es un homenaje lleno de nostalgia, pero también un grito que
avisa de que ahora son ellos los que continúan. “Es un cierre de ciclo. Un
número cero. El cambio será paulatino, porque estamos hablando de una
institución rodeada de intereses, pero poco a poco veremos salir más de su
personalidad. Seguro que en unos tres álbumes comienza a cambiar también el
dibujo. Hay futuro”, ha afirmado Álvaro Pons.
FUENTE: ELPAIS.COM
PASIÓN POR EL CÓMIC
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