Hija y nieta de maestras, nació en La Robla, León, en 1926, como Josefina Rodríguez. Toda su vida compatibilizó la enseñanza con la escritura. El Aldecoa lo adoptó en los años 80, cuando decidió regresar a su antigua y suspendida vocación literaria, como una forma de homenajear a su marido, el malogrado escritor realista Ignacio Aldecoa, que había fallecido en 1969.
Josefina e Ignacio se conocieron en la tertulia del mítico Café Gijón, punto de encuentro de escritores de todas las edades, desde Camilo José Cela y Buero Vallejo hasta la gente de su generación, la de los 50, como Carmen Martín Gaite o Sánchez Ferlosio. Eran los tiempos "claustrofóficos" del franquismo.
La mujer que en 1959 fundó la escuela Estilo de Madrid, que tomó como modelo la Institución Libre de Enseñanza, llevaba a sus espaldas una educación progresista, un doctorado en Pedagogía y una querencia anglosajona que la convertía en una rara avis entre los intelectuales del momento, de vocación esencialmente francófila. Por placer, llegó a traducir a Faulkner, Hemingway y Dos Passos y ya más profesionalmente fue la primera que trasladó a Truman Capote al castellano, un cuento publicado en Revista Española.
La traducción le hizo tomar conciencia de su voluntad narradora que ya había cultivado cuando tenía poco más de 20 años. Pero no por ello abandonó una vocación pedagógica.
"Salvo en las bolsas de pobreza, un niño de hoy es alguien cuidado, bien atendido y mimado. A estos niños felices y aburridos, se les exige muy poco. Pero es verdad que somos víctimas del tiempo en el que nacemos. A nosotros nos tocó luchar por la cultura y a ellos tenerlo todo al alcance de una tecla de ordenador", se quejaba. Estas reflexiones nacidas de su trabajo propiciaron en 1990 el mayor de sus éxitos como escritora, Historia de una maestra , una novela en la que recuperó los recuerdos de su madre. "Parecía algo hecho a contracorriente de las modas, pero pegó más de lo que yo haya escrito nunca". También fijó los temas que más le han interesado, la plasmación cuidadosa del pasado y la reivindicación de la historia desde el prisma femenino. “Es un testimonio literario, pero también muy real de lo que fue aquella España", explicó durante la presentación de una de las últimas ediciones de esta obra. Aseguró que nunca imaginó que Historia de una maestra tendría éxito: "Eran los años ochenta y la literatura social, crítica o realista no parecía lo más adecuado. Sin embargo, ésta es la obra por la que más se me estima". Defensora a ultranza del trabajo en la enseñanza, Aldecoa lamentó que hoy no sea tenido en cuenta, y recordó el lema "el maestro es el primer ciudadano de la República".
Su amiga, la escritora Soledad Puértolas, visiblemente afectada por su muerte, la ha definido como "una mujer muy completa, muy batalladora y elegante, a la que jamás oías una queja". Según la académica fue "la gran retratista de su generación, pero con un estilo nada costumbrista y muy moderno, realizado como a pequeñas pinceladas, como un cuadro impresionista".
FUENTE: ELPAIS.COM, EL PERIÓDICO DE ARAGÓN
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