De acuerdo con sus biógrafos, Abraham Stoker nació el 8 de noviembre de 1847 en Irlanda, siendo el tercero de siete hijos. Tuvo una infancia rodeada de enfermedades que le obligaron a permanecer durante los primeros años de su vida en cama, en un mundo donde no había nada luminoso...a excepción de los relatos de su madre, Charlotte, que fue la culpable de estimular la imaginación de su hijo. En las largas tardes de remedios y sangrías, entretenía a su hijo con leyendas tradicionales irlandesas y explicaciones sobre el panorama que se divisaba por la ventana: la familia Stoker vivía en el pueblo de Clontart, cerca de Dublin, junto al cementerio de aquellos que se suicidaban. Ésos, cuyos cuerpos debían enterrarse con una estaca clavada en el pecho para que el alma no los abandonara.
En su séptimo cumpleaños aquel niño pudo, por fin, caminar firmemente, salir de su casa e ir a la escuela. En 1864 ingresó al Trinity College y tiempo después comenzó a trabajar como funcionario en el Castillo de Dublin, sede del gobierno Británico en Irlanda hasta 1922.
Escribió obras de teatro y relatos de terror. Ya para 1872 la revista Shamrock lo consideraba un colaborador imprescindible. Aquellas primeras narraciones ya perfilaban el nacimiento del vampiro más famoso.
La mano del destino llevaría a Bram Stoker a otros lugares. En 1876, el actor Henry Irving lo contrató como representante y caballero de compañía. Juntos se trasladaron a Inglaterra, donde administraron el Lyceum Theatre de Londres y se hicieron miembros de una sociedad secreta que para algunos más bien era una divertida tertulia literaria y teatral de lecturas y excesos de la carne y del espíritu. Fue en esas reuniones donde Stoker comenzó a trabar relación con varios escritores famosos de la época, como Oscar Wilde y Arthur Conan Doyle.
Drácula fue la obsesión y el trabajo cotidiano de Stoker por siete largos años, pero la idea había sido concebida 16 años antes de su publicación. Finalmente, vio la luz en 1897. Cuentan que ensayó con nombres diferentes para su personaje, que la obra estuvo basada en el personaje real del sanguinario Vlad Tepes, El Empalador, y que nunca la hubiera escrito sin el libro de Emily Gerard Informe sobre los principados de Valaquia.
Stoker no supo del éxito que iba a tener su novela ni que este éxito empañaría a los otros 18 libros que escribió. Tampoco pudo llegar a imaginarse la multitud de versiones literarias y de películas que surgirían a partir de su historia, cada cual más alejada, y menos aún que cien años después de su muerte todavía resulte un misterio cómo pudo llegar a concebir esta obra. La última versión es que la idea de crear Drácula le vino a Stoker por culpa de una pesadilla causada por la indigestión de un guiso de cangrejo.
FUENTE : El economista.com
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