Llega el DÍA DEL LIBRO y muchos nos hemos
lanzado a examinar todo lo que se relaciona con los libros y lo que suponen para
nosotros esperando que seamos conscientes de lo
que nos aportan. Nosotros hemos decidido hablar también de los lectores, ya que
un libro no es nada sin un lector: Es cierto que hay muchos libros y muy
diversos, pero ¿y qué hay de los lectores? ¿Somos todos iguales? Claro que no.
Por eso en The
Atlantic han
elaborado una clasificación de las especies más comunes: el promiscuo, el
cascarrabias, el ocupado, el somnoliento... en
función de su fidelidad (polígamos
o monógamos), sus ganas de
relacionarse (extrovertidos e introvertidos), su personalidad más profunda (altruistas o neuróticos)…Probablemente
no estén aquí todos los tipos de lectores existentes, pero para nosotros constituye
un punto de partida:
El lector promiscuo: empieza un libro y no duda en abandonarlo
por otro. Así es su dieta lectora. No puede evitarlo. Le gusta demasiado leer y
no sabe decir que no.
El lector cascarrabias: voraz a la par que exigente. Nunca deja
un libro a la mitad aunque no le guste nada y opine que el autor no sabe juntar
dos frases seguidas con sentido. Suele lanzar el libro contra la pared.
El lector cronológico: lento y constante. Se compra un libro, lo
lee y vuelve a la librería a por otro. Es la antítesis del lector promiscuo.
Sólo abandona un libro sin terminar de leerlo si tiene una razón de peso y ni
con esas se libra de los remordimientos de conciencia.
El lector aniquilador: siente pasión por los libros, los lleva a
todas partes y, por eso, toda su biblioteca está formada por libros con las
hojas sueltas, las cubiertas rotas y las páginas amarillentes. Quiere tanto a
sus libros que ni se da cuenta de que les hace daño.
El lector ocupado I: amante de los libros, entra a una
librería y no puede evitar comprar varios ejemplares. Luego llega a casa y los
coloca en una estantería o en la mesita de noche como si fueran una obra de
arte. Pero está muy ocupado y tarda meses, años incluso, en abrir los libros y
leerlos. Cuando lo hace, lamenta haber tardado tanto en leer esa maravillosa
pieza literaria.
El lector ocupado II: no le gusta leer, compra los libros
para presumir.
El librófilo: más que leer, le gustan los libros. Los
viejos, por su olor, sus arrugas y sus páginas amarillentas, y los nuevos, por
su olor, su frescura y su disponibilidad.
El anti-lector: nunca lee libros porque son demasiado
largos.
El espíritu libre: dícese de un adulto que lee literatura
para jóvenes o de un niño que lee libros para adultos. Antaño esto era causa de
sonrojo, pero ya no. La sociedad ha aceptado a estos espíritus libres que nunca
han hecho caso de las estrictas categorías del mercado editorial.
El multi-tarea: lee varios libros a la vez, confunde
tramas y personajes, pero siempre los termina.
El lector somnoliento: sólo tiene tiempo de leer cuando acaba el
día, en la cama. Está comodísimo y el libro es fantástico, pero no consigue
mantener los ojos abiertos y se despierta a las tres de la mañana para cerrar
el libro y apagar la luz.
FUENTE: THE ATLANTIC, VÍA ELPAIS.COM
¿Y tú? ¿Qué tipo de lector eres? ¿Incluirías algún
otro tipo?
Ilustración Eric Mcguire |
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