Hoy, 3 de diciembre, es el Día
Internacional de las personas con Discapacidad. Alrededor de un 15% de la
población mundial, unos mil millones de personas, vive con algún tipo de
discapacidad. Conocer su realidad puede ser un primer paso para concienciarnos
de la importancia de aceptarlos tal y como son y una oportunidad para empezar a
eliminar las barreras que impiden que se integren plenamente en nuestra
sociedad.
La literatura también puede contribuir a eliminar las barreras existentes dando a conocer esas realidades. Las personas con discapacidad han sido un recurso como
personaje literario utilizado desde siempre en la literatura. El colectivo de
las personas con deficiencia visual ha sido el más tratado, seguido de las
personas con enfermedades mentales, y en menor medida las personas con
deficiencia auditiva o las que sufren cualquier otra discapacidad. Son muchas
las recopilaciones ya existentes que incluyen desde libros clásicos de nuestra
literatura como es el caso de El Lazarillo de Tormes, del siglo XVI, pasando
por otros de finales del XIX principios del siglo XX como Marianela o
Misericordia, ambos de Benito Pérez Galdós, o Flor de santidad de Valle-Inclán
publicado en 1904, hasta llegar a otros más actuales del siglo XX como puede
ser el conocido Ensayo sobre la ceguera del Nobel José. También son numerosos
los ejemplos de obras dentro de la literatura infantil y juvenil que
contribuyen igualmente a concienciarnos de la significación de una fecha que
más que celebración es una acción propositiva, una actividad reivindicativa, de
lucha por la inclusión, por la mejora de la calidad de vida para las personas
con discapacidad y de sus familiares.
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