La escritora española María Victoria Atencia García (Málaga, 1931) ha sido galardonada con el VII Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, el de mayor dotación económica de los premios de poesía de habla hispana, con 50.000 euros, al que optaban 36 candidaturas españolas e hispanoamericanas. Se trata de la segunda mujer que se alza con este premio después de que la peruana Blanca Valera resultara galardonada en 2006.
Coetánea de la generación del 50, María Victoria Atencia García representa para los miembros del jurado "la heredera de lo mejor de la generación del 27", aunque nunca haya aparecido su figura "inscrita" a un colectivo poético y se haya caracterizado por un enfoque "muy individual" en toda su obra.
La encargada de transmitir la valoración del jurado ha sido la representante del Centro Generación del 27, Aurora Luque, que ha situado a la autora malagueña próxima al Grupo Cántico, con el que comparte el cuidado del lenguaje y la búsqueda de la belleza como objetivo último de la poesía.
Luque también ha querido subrayar la valía de la autora malagueña por ser "una de las primeras voces de la poesía escrita por mujeres", llegando a ser reconocida en los círculos literarios como la Emily Dickinson española, con quien comparte "un mundo secreto y muy personal".
FUENTE: europapress.es
FUENTE: europapress.es
Amor
Cuando todo se aquieta
en el silencio, vuelvo
al borde de la cuna
en que mi niño duerme
con ojos tan cerrados
que apenas si podría
entrar hasta su sueño
la moneda de un ángel.
Dejados al abrigo
de su ternura asoman
por la colcha en desorden,
muy cerca de sus manos,
los juguetes que tuvo
junto a sí todo el día,
ensayando un afecto
al que ya soy extraña.
Quien a mí estuvo unido
como carne en mi carne,
un poco más se aparta
cada instante que vive;
pero esa es mi tristeza
y mi alegría un tiempo,
porque se cierra el círculo
y él camina al amor.
Cuando todo se aquieta
en el silencio, vuelvo
al borde de la cuna
en que mi niño duerme
con ojos tan cerrados
que apenas si podría
entrar hasta su sueño
la moneda de un ángel.
Dejados al abrigo
de su ternura asoman
por la colcha en desorden,
muy cerca de sus manos,
los juguetes que tuvo
junto a sí todo el día,
ensayando un afecto
al que ya soy extraña.
Quien a mí estuvo unido
como carne en mi carne,
un poco más se aparta
cada instante que vive;
pero esa es mi tristeza
y mi alegría un tiempo,
porque se cierra el círculo
y él camina al amor.
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