Los que no seguís desde hace algún
tiempo conocéis ya nuestra afición a hablar de películas que fueron antes
libros. En este caso, sin embargo, no vamos a hablar de un libro que se
convierte en película sino de una película que habla de palabras, de uno o
varios libros y de varias historias que a la manera de muñecas rusas parecen
contenerse las unas a las otras. No pretendemos entrar en detalles técnicos,
contaros el argumento, ni hablar de la originalidad o no de la cinta, aunque
teniendo en cuenta el patrón por el que parecen estar cortadas la mayoría de
las películas de la cartelera, bien pueden considerarse, cuando menos,
distinta.
El ladrón de
las palabras gira en torno a la literatura, al hecho de
crear jugando con las palabras, a las ficciones que se mezclan con la realidad
y a los asuntos verdaderos que son adornados con los elementos de la ficción.
El guión explora el mundo de las letras desde su interior, la degradación moral
del escritor en busca del éxito y la utilización poco ética del plagio para
alcanzar la fama.
Esta película supone,
por tanto, el nexo entre cine y
literatura, analiza los problemas creativos del autor y la madera especial de
la que están hechos los escritores es sacada a relucir en un mundo propio,
donde el ego lo absorbe todo. Una novela dentro de una novela es como se podría
resumir esta cinta, en la que también hay hueco para relatarnos una o varias historias de amor.
FUENTE: larazon.es,
lavanguardia.es
" Mi tragedia fue amar más a las
palabras que a la mujer que las inspiró"
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