El informe PISA de la
OCDE es, sin duda, después de 13 años y cinco ediciones, la más famosa
evaluación internacional sobre los resultados escolares de todo el mundo.
Casi nadie discute la importancia de una monumental base de datos educativa que
contiene todo tipo de información (no
solo de los resultados de las pruebas, sino sobre los colegios, los intereses de
los estudiantes, los profesores, las familias, los medios materiales…) acerca de cientos de miles de alumnos de 15
años de todo el mundo. En esta última prueba han participado 295.416 jóvenes de 67
países y regiones (por ejemplo, de China participan por separado,
Hong Kong y Shanghái). Sin embargo, a
medida que aumentaba el éxito de PISA también se han ido acumulando las críticas.
Las hay desde las que
simplemente se quejan del uso que se hace de sus resultados en forma de ranking de países (algo que
desaconsejan los propios responsables de la OCDE ) o con lecturas que no reflejan los matices evidentes de
unos resultados estadísticos que, por supuesto, tienen margen de
error, ni la
dificultad de hacer comparables mediante preguntas concretas de un examen tradiciones
e historias educativas tan distintas. Pero también las hay que
enmiendan la totalidad del informe, pues aseguran que formalmente no está bien
hecho (por la selección de las preguntas, o por las fórmulas
estadísticas utilizadas), lo cual lo convierte, simplemente, en inservible para
lo que pretende: evaluar y comparar los resultados de los sistemas educativos
de todo el mundo de tal manera que se pueda saber el impacto de sus políticas y
guiar decisiones futuras.
¿En qué consiste la prueba y cómo se llega hasta los
resultados finales?
Cada país elige una muestra
estadísticamente representativa de alumnos de 15 años
(da igual que hayan
repetido y no estén en el curso que les corresponde; en España, cuarto de ESO);
edad a la que en la inmensa mayoría de los países se acaba de terminar o se
está a punto de acabar la escolarización básica y obligatoria. A los
estudiantes de esa muestra se les hace un examen.
¿Sobre qué?
Los responsables del estudio
declaran que su objetivo
no es descubrir si los alumnos se saben los contenidos de las
asignaturas o las áreas de estudio sino evaluar
lo que los alumnos saben hacer con lo que han aprendido, es decir, lo que
han llamado destrezas
en lectura, matemáticas y ciencias. En cada edición (cada tres años desde el 2000), el examen se
centra en una de esas competencias, concentrando la mayor parte de
las preguntas que contestan los estudiantes. El que se presenta hoy se centra en matemáticas. “Cada encuesta
PISA incluye unas siete horas de material de prueba. Después, cada estudiante
hace una prueba de dos horas con una combinación de los materiales, diferente
para cada estudiante”, explica la web de la OCDE. Aseguran ,
además, que las preguntas se van
expurgando año a año para eliminar aquellas que puedan tener un sesgo cultural
o lingüístico que condicione los resultados (cada país, claro, lo hace en
su propio idioma). Algunas de las
preguntas de las pruebas se publican después (se pueden consultar en inglés
aquí), pero no todas, pues hay una serie de cuestiones que se repiten año tras
año para que los resultados se puedan comparar.
Los resultados de los alumnos se dividen en escalas
de rendimiento, desde el nivel 1, donde están los alumnos que únicamente son capaces
de responder bien a preguntas “que solo requieren de las habilidades más
básicas para completar”. A medida que aumenta la dificultad de las preguntas
que saben responder, sube el nivel hasta
el 5. Una vez que la prueba de un estudiante ha sido corregida, su
puntuación en la lectura, matemáticas y la ciencia se sitúa en la escala
apropiada. Después, “la puntuación de cada país participante es el promedio de
todas las calificaciones de los estudiantes en ese país. La puntuación media de
los países de la OCDE
es de 500 puntos y la desviación estándar es de 100 puntos. Alrededor de dos
tercios de los estudiantes en todos los países de la OCDE puntúan entre 400 y 600
puntos”, es decir, que están en la media. No se da una nota combinada de
cada país, sino separada en cada una de las áreas. Y advierten en cuanto a
los ranking: “Las puntuaciones
reflejan una pequeña medida de la incertidumbre estadística y, por tanto, solo es posible informar de un rango de
posiciones en el que un país puede estar colocado. Por ejemplo, en PISA
2003 se informó ampliamente que Finlandia y Corea del Sur fueron primero y
segundo en la prueba, cuando en realidad solo podemos decir que, entre los
países de la OCDE ,
el rango de Finlandia estuvo entre el primero y el tercero, y el de Corea del
Sur, entre el primero y cuarto".
FUENTE:ELPAIS.ES
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