Delante de los oyentes
- El lector debe situarse ante el auditorio en
unas condiciones óptimas (visibilidad, comodidad, sonoridad, etc.) que le
permitan sentirse a gusto.
- Se controlará la respiración, para lo cual la
postura corporal ha de permitir la recepción y emisión natural del aire
durante la fonación de las frases.
- Si el lector está de pie puede moverse de un
lado para otro –sin excesos–, si lo desea, para así captar mejor la
atención de todos (que se sentirán más «aludidos» si el lector les mira de
frente y se acerca). Todo ello sin sobreactuar.
- El texto será sujetado de un modo correcto: sin
tapar con él el rostro del lector, ni tan bajo que le obligue a mirar
hacia abajo, lo cual haría perder sonoridad.
- Se llevará el texto tan dominado que el lector
podrá levantar los ojos con frecuencia y así podrá observar si está
captando la atención de los lectores y sus reacciones.
- Si la lectura se apoya en algún tipo de imágenes
(ilustraciones, esquemas, etc.), hay que asegurarse de que todos puedan
verlas y de que no sean un motivo para la «desconexión» del auditorio
respecto al mensaje que transmite el lector.
- Leer sin prisa, saboreando, degustando el texto.
- En todo momento se cuidará que la voz transmita
la «temperatura emocional» del texto, adecuándola al contenido tanto en
modulación como en timbre, volumen y entonación. En la eficacia con la que
el lector maneje esta última se juega gran parte del éxito de su lectura,
porque le permitirá crear un clima cálido y comunicativo o se convertirá
en un obstáculo insalvable entre el emisor y los receptores.
- Cada texto requiere un tono, una modulación,
unas inflexiones. No se leen de igual manera una historia tétrica, un
relato irónico, un poema, un ensayo, una noticia, etc.
- El lector tiene que dar tiempo a los oyentes
para reaccionar si el texto les provoca respuestas espontáneas (miedo,
repulsa, risa, sorpresa...). Al mismo tiempo, no evitará transmitir sus
propias emociones, ya que eso dará a la lectura mayor naturalidad e
intensidad.
- Los cambios de ritmo y algunas pausas son
recursos ideales para mantener el interés del público: si la acción pasa
por un momento acelerado, se leerá con mayor velocidad; si se ralentiza el
tempo narrativo, el lector reducirá la vivacidad.
- No dejar un texto a medias. Si su extensión es
excesiva para una sola sesión, definir con claridad los capítulos de modo
que la comprensión no se resienta al dejarla para otro día. La fractura
debe hacerse con habilidad para que oyente esté deseando que le sigan
leyendo.
- Iniciar la siguiente sesión con una
recapitulación de lo leído que permita al auditorio recordar y
reengancharse. Puede establecerse un diálogo breve lector-oyentes para que
estos se sientan involucrados.
- Al finalizar, se debe establecer un diálogo para
comprobar si el texto ha gustado, si se ha entendido, que ha sugerido,
etc. Debemos tener presente que el objetivo es establecer un contacto
emocional con cada uno de los oyentes.
Leer en
voz alta de un modo expresivo y comunicativo es una excelente estrategia de
fomento del hábito lector porque tanto el que lee como el que escucha sentirán
el auténtico gozo de la palabra escrita. Uno y otros se estarán dando de leer y
sentirán su intercomunicación como un acto cultural, social y humano lleno de
sentido y maravilla.
Kepa Osoro
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