viernes, 21 de febrero de 2014

ENCUENTRO CON RAÚL VACAS


ENCUENTRO CON
 "TUERTO, MALDITO Y ENAMORADO", 
ENCUENTRO CON LA POESÍA, 
ENCUENTRO CON NOSOTROS MISMOS

Equipado con una maleta y a la hora convenida llegó hoy a nuestro centro un curioso personaje que, para presentarse, dijo que evidentemente no era  Rosa Huertas, la autora de “Tuerto, maldito y enamorado”, sino Raúl Vacas quien nos propuso a continuación una increíble aventura que partía de un libro que a partir de hoy siempre nos unirá a Raúl y, naturalmente,  a Rosa Huertas.

Empezaba en ese momento un trepidante viaje en el que las distintas estaciones, las paradas que hicimos, los lugares que visitamos estuvieron marcados por los objetos que de manera inesperada, como si de una nueva Mary Poppins se tratase, salieron de su maleta, esa que le acompaña ahora a él, pero que ya ha vivido antes al menos otra vida.

Punto de partida “Tuerto, maldito y enamorado”, una obra sorprendente, que todos ya conocemos y admiramos y que, de manera ingeniosa, ha conseguido unir a una alumna de cualquier instituto como el nuestro con un personaje que tuvo sus más y sus menos con Lope de Vega.
  
En un giro inesperado nos encontramos hablando de Lope, de su época, del valor de la palabra en esos tiempos, de Quevedo y de lo difícil que nos resulta a veces acercarnos a la poesía. Tal vez sea porque no la encontramos en los textos que nos proponen, porque a veces es difícil entenderla, porque pensamos que es una cuestión de la asignatura de lengua  y solo tres o cuatro veces por semana, porque no la vivimos, porque no creemos que la poesía esté  en el mundo junto a nosotros y presente en nuestras vidas, porque no vemos la poesía que hay en las pequeñas cosas y, como no, en nosotros mismos.


Raúl Vacas, animador de lecturas en ese momento y poeta convencido del valor de la poesía durante todo el día, nos habló entonces de sus primeras experiencias poéticas, no de los primeros poemas que leyó, sino de los primeros poemas que escribió, como muchos de nosotros, cuando hace algunos años, ya en el instituto, empezó a  enamorarse de las personas  y a escribir sobre ellas para después  descubrir que también los objetos, los animales que están junto a nosotros o las asignaturas que estudiamos pueden ser los dignos protagonistas de un poema.

Reivindicó la poesía, reivindicó también su utilidad, pero sobre todo pidió que la buscáramos en nosotros mismos, en las cosas que nos rodean, que la viviéramos, que la sintiéramos y, de alguna manera, nos dijo a todos los presentes, pero especialmente a los profesores que estábamos allí, que la defendiéramos, que le diéramos sentido y, sobre todo, que la amáramos apasionadamente, porque  amor solo con amor se aviva.


Gracias Raúl por este viaje a la poesía de la mano de “Tuerto, maldito y enamorado”.


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