Si pensamos en murallas nos
las imaginamos sólidas, macizas, titánicas, interponiéndose entre nosotros y
nuestro objetivo más inmediato. Notamos que están allí porque nos
aprisionan en un espacio muy pequeño, nos sentimos atrapados, sin libertad. Lo
que no sabemos es que las verdaderas barreras no son las que vemos, las
auténticas son invisibles. Y no son sólidas, son insustanciales. Es por ello que nuestro programa
gira en torno a las barreras y muros invisibles, una temática
transversal que puede vincularse a la perfección con otros programas y proyectos
educativos de centro. De esta manera, tendremos la oportunidad de
trabajar la igualdad de género, el acoso, los prejuicios, la
discriminación, el sexismo en el lenguaje, la xenofobia, la inmigración, etc.
Se trata de muros levantados
con materiales mucho más difíciles de derribar que el hormigón. Y la mejor forma de encontrar modos y recursos para
hacer frente a esta complejidad es la cultura. La
incultura es el auténtico muro invisible
de nuestra sociedad. El verdadero sentido de la educación no es acumular conocimientos,
sino dar herramientas para enseñar a nuestros alumnos a pensar y derribar esos
muros invisibles.
A través de este proyecto, nuestros
alumnos harán su aportación para derribar esos muros invisibles a
través de la escritura y la lectura (tanto funcional como creativa), la
oralidad y la alfabetización audiovisual y digital, intentando que el aula se
convierta en un espacio de expresión, dejando aflorar su capacidad crítica y
creativa.
Estamos ya casi al final de nuestro viaje, se acaba
el curso y es hora de recoger la cosecha del programa.
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